100 por ciento CATÓLICO

No nos interesa aquí refutar las doctrinas del secularismo. Todo cristiano debe conocer la mente de la Iglesia sobre este tema; tampoco necesitamos volver a los documentos antiguos para descubrirlo.

Basta recordar la encíclica “Summi Pontificatus” emitido por Pío XII en 1939 al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Denunciando la invasión agresiva en el campo de la religión por parte de algunas doctrinas particulares actuales, trazó aún más atrás la fuente del mal que ha envenenado toda la vida de Europa; señaló las doctrinas que intentaban construir el presente y el futuro de la humanidad despojándose de Dios y despojándose de Cristo.

El problema ahora es determinar cuál de las desafortunadas especies de laicismo me ha invadido, mi hogar, mis hábitos, y cuál ahora me puede dominar.

Por supuesto, no se trata de una negación de Dios o de Cristo. Pero, ¿qué lugar ocupan en mi vida familiar? ¿En mi vida diaria, en mi profesión, en mi participación en los asuntos cívicos? ¿No ha sucedido a menudo que al elegir escuelas o colegios para sus hijos, los llamados padres cristianos suelen evidenciar un espíritu materialista utilitario; dan razones poco convincentes para elegir las universidades seculares en lugar de una universidad católica: los maestros son mejores, las posibilidades de éxito después de la graduación son más seguras. ¿Están tan seguros? ¿Y si por casualidad fuera cierto? ¿Las almas de sus hijos significan menos que un diploma?

¿No ha sucedido a menudo que la influencia de tales padres cristianos en su vida social y cívica fue prácticamente nula en cuanto a llevar las doctrinas del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia a esos dominios? Y aunque no descuidaron nada de las prácticas esenciales de su religión, ¿no fue principalmente mera formalidad más que basada en convicciones sólidas; conformidad o moda en lugar de verdadera adoración? ¿Había una gran disparidad entre sus acciones externas, sus actitudes y la oración real, el conocimiento vivo del don de Dios?

¿Seguir las doctrinas y la moral de Cristo no es otra cosa que dejar que se manifiesten en mi vida y en la de mi familia?

El mundo debe ser renovado. A la luz de un Apocalipsis, se han producido terribles ruinas. El edificio que era el mundo europeo parecía sólido; la piedra fundamental era deficiente. ¿Vamos a construir el nuevo mundo sobre una base igualmente frágil? Si somos, entonces, las causas permaneciendo iguales, los resultados deben ser inevitablemente los mismos. Y continuaremos indefinidamente viendo destrucciones renovadas. Si Dios no tiene cabida en los cimientos de la Ciudad con todo lo que implica Su inclusión, entonces ¿cómo puede la Ciudad mantenerse en pie? Ese es un pensamiento expresado en un salmo antiguo (Salmo 127:1); no hay excepción, la verdad de este hecho permanece.

La estabilidad de las naciones y de la sociedad está ligada a principios eternos. ¿Estoy suficientemente convencido de esto? ¿No tengo mucha más confianza en las fórmulas humanas que en la regla de la verdad completa? ¿No trato inconscientemente de establecer la vida humana sólo sobre lo humano? ¿No soy todavía y siempre, a pesar de la lección de los acontecimientos mundiales, víctima de un ideal deficiente, de principios inadecuados?

Debo cristianizar mi cristianismo. Debo hacerlo evidente en cada departamento de mi vida: en mis relaciones con mi familia y con la sociedad; en las opiniones que mantengo sobre temas nacionales e internacionales. En todo lo que de mí dependa habrá cien por ciento cristianismo.

Nota: Adaptado de Christ in the Home de Raoul Plus, SJ (Colorado Springs, CO: Gardner Brothers, 1951). Este libro es un cofre del tesoro de consejos para los católicos sobre las preocupaciones prácticas y espirituales de criar una familia.

Como se ve en Crusade Magazine Mayo / Junio ​​2014