Cenizas No Convencionales: Una Señal De Esperanza

El Miércoles de Ceniza de 2017, me sorprendió ver una mesa puesta junto a la acera donde estaba paseando. Junto a la mesa había dos hombres con alzacuellos. Verá, no estaba caminando hacia una iglesia, sino hacia un supermercado local. El letrero frente a la mesa lo decía todo: "Cenizas para llevar". Estaban repartiendo cenizas a los compradores.

Ya había recibido mis cenizas del sacerdote en la iglesia, pero cortésmente pregunté a los que estaban a cargo de la mesa si estas cenizas en particular eran católicas. Dijeron que no, que las cenizas católicas estaban disponibles en la mañana; los suyos eran luteranos.

Tomé una foto porque nadie me creería si les contara lo que vi camino al supermercado esa tarde de invierno.

De hecho, apenas podía creerlo yo mismo. Este es el tipo de cosas que se supone que no deben suceder en la plaza pública en Estados Unidos. Pensé dentro de mí: “Cenizas para llevar” en un supermercado del siglo XXI? Qué meditación tan inesperada para comenzar mi Cuaresma.

Una meditación de Cuaresma

La meditación clásica del Miércoles de Ceniza nos llama a reflexionar sobre nuestra mortalidad y pecaminosidad al entrar en el período penitencial de Cuaresma. La antigua práctica se remonta al siglo VIII. Cuando el sacerdote pone las cenizas en forma de cruz sobre nuestras frentes, nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos.

Sin embargo, la meditación no necesita tratar exclusivamente con las complejidades de la vida espiritual. A grandes rasgos, cualquier cosa puede servir como punto de meditación siempre que facilite una piadosa comunicación del alma con Dios y nos ayude a conocer, amar y servir mejor a Dios. A veces, un evento casual en un supermercado puede desencadenar una meditación.

Mi meditación no clásica sobre “Cenizas para llevar” ciertamente me hizo pensar en una imagen más amplia. No pude evitar pensar que este incidente fue una de esas paradojas únicas en América que pueden ser tan fascinantes para quienes quieren observar la vida. Cosas como esta rompen algunas viejas ideas preconcebidas sobre nuestra sociedad secular que en realidad no es tan secular. Vi en el hecho de que tantos reciben cenizas como una señal de que Dios llama a la nación a Él. Me despertó la esperanza en medio de una nación en crisis.

Americana por excelencia

Tienes que admitir que hay algo esencialmente estadounidense en la idea de "Ashes to Go". Es parte de nuestro lado admirablemente práctico que ve problemas y encuentra formas de hacer algo, y rápidamente. En este caso particular, el problema eran las cenizas dentro de una iglesia y la gente fuera de ella. La solución fue llevar las cenizas a un lugar donde va todo el mundo: el supermercado. Primer problema resuelto.

Un segundo problema era cómo comunicar instantáneamente el hecho de que las cenizas están disponibles en un lugar tan poco convencional. La solución fue enmarcarlos dentro de una plantilla familiar de la ventana de recogida o plataforma de servicio rápido: "para llevar". Una rápida mirada al letrero dejó en claro de inmediato al comprador apresurado lo que estaba sucediendo.

Y, sin embargo, también hay algo superficial en el concepto, también americano. Si bien es altamente eficiente y práctico, “Ashes to Go” de alguna manera participa en la frenética intemperancia de una cultura rápida, materialista y mecánica que tiende a reducir todo, incluso lo sagrado, a una plataforma “para llevar”.

Tiene tintes de teología popular con los que obviamente no estoy de acuerdo. Sin embargo, lo que realmente me llamó la atención del incidente fue la avidez de los estadounidenses por recibir y llevar estas cenizas, incluso en la plaza pública.

Un mensaje contracultural

Si bien se puede decir que los medios para administrar las cenizas utilizados allí eran muy estadounidenses, el mensaje de las cenizas en sí era sorprendentemente contracultural. Lo que hace que las cenizas del Miércoles de Ceniza sean tan increíblemente poderosas es el hecho de que son atractivas, públicas y altamente simbólicas. Las cenizas tocan algo muy profundo en el alma estadounidense que desafía refrescantemente la cultura. Los medios liberales se mantienen cuidadosamente alejados de criticarlo.

Es bien sabido que las filas se extienden alrededor de la cuadra cerca de la Catedral de San Patricio de la ciudad de Nueva York mientras católicos y no católicos esperan recibir las cenizas en este día especial. En todo el país, se puede ver a la gente llenando las iglesias (y los supermercados) para recibir esta insignia de honor llena de hollín. Es sorprendente que más estadounidenses acudan a la iglesia el Miércoles de Ceniza que en Navidad, Pascua o cualquier otro día.

Incluso los políticos de ambos lados del pasillo se colocan cruces de ceniza en los sagrados pasillos del Congreso y las cámaras estatales. En este día, al menos, nadie se atreve a atacar este signo tan personal de la Fe.

Un testigo público

Si bien la cruz de ceniza es un signo muy personal, es innegablemente público. Y esa es su extrema belleza.

No puede pasarse por alto ya que ocupa la frente, la parte más prominente del rostro. En un momento en que los ateos están derribando cruces en la plaza pública, deben mirar con impotencia cómo millones las llevan con orgullo en la frente en todas partes.

Como testimonio público, la cruz impone respeto y beneficia no solo a quien la lleva, sino también a quienes no pueden evitar verla. La cruz oscura y sombría provoca que otros reflexionen sobre Dios, la religión y el arrepentimiento.

La Declaración Anti-Hollywood

Sin embargo, el intenso simbolismo de esta tradición es su aspecto más llamativo. Este símbolo provoca un choque espectacular con nuestra cultura liberal que pone el interés propio por encima de todo. Nada podría ser más contrario al mensaje hipersexualizado de Hollywood de que la vida existe para disfrutarla al máximo. Los millones de pequeñas cruces de ceniza son un reproche para el establecimiento secular que exiliaría a Dios de todos los aspectos de la vida y lo invitaría a regresar.

Al llevar la cruz en la frente, nos ponemos el símbolo del sufrimiento y la redención. Se nos recuerdan las cruces que estamos llamados a llevar en nuestra vida. Reflexionamos sobre cómo hemos pecado y ofendido al buen Dios. Es el símbolo de nuestra victoria sobre el mundo moderno que nos oprime.

Al llevar cenizas en la frente, nos ponemos el símbolo de nuestra mortalidad, ese polvo al que debemos volver. Estamos invitados a meditar sobre lo que la Iglesia Católica llama las “Cuatro Últimas Cosas”: Muerte, Juicio, Cielo e Infierno. La Escritura dice que si meditamos en estas cosas postreras, no estaremos perdidos eternamente. Estamos llamados a la penitencia en contraste con la autogratificación de Hollywood.

El simbolismo de la cruz de ceniza aborda temas prohibidos y desterrados de nuestra cultura en los que se supone que no debes pensar de camino al supermercado.

señal de esperanza

Pero esa es la forma en que Dios obra a menudo. Cierro mi meditación no convencional con la consideración de que el hecho de que todavía haya una vena fuerte dentro de la sociedad estadounidense volcada hacia lo religioso y espiritual, es un signo de esperanza. Hay una atracción por las cosas sublimes que nuestra cultura rechaza. Este anhelo de algo más es ayudado por una gracia de Dios que nos está llamando a Él. Y esta gracia es poderosa.

Creo que hay muchos en nuestro páramo posmoderno que chocan con la cultura y están buscando a Dios. Oro para que cada día de esta Cuaresma sea un Miércoles de Ceniza en el que cada uno de nosotros pueda servir como un faro para guiar a aquellos que lo buscan.

Esta Cuaresma chocaré con la cultura. Dondequiera que esté, recordaré mi "cenizas para llevar".

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