Dame Todo Tu Corazón

La Imitación del Sagrado Corazón de Jesús


Dame, pues, tu corazón, Hija...

📑 Contenido de la página 👇
  1. La Imitación del Sagrado Corazón de Jesús
    1. Dame, pues, tu corazón, Hija...

... Lo llenaré de paz, de alegría y de bienaventuranza. Quiero poseer todo tu corazón, Hija: Yo soy su Señor; Yo, Dios celoso, soy su único fin, su única bienaventuranza.


¡Pobre de mí! Dios mío, aquí está el trabajo, aquí está la dificultad: existen en mi corazón tantas cosas mal ordenadas, y estas las he seguido tanto tiempo, que vivir de acuerdo con ellas se ha convertido para mí, por así decirlo, en un segundo naturaleza.


1. La Voz de Jesús

Hija Mía, dame tu corazón.

Liberar tu corazón del pecado y del mundo no es suficiente: debes, además, desligarlo de ti mismo.

Como la completa renuncia al pecado hace firme la amistad de Dios, y como el abandono del mundo y de sus vanidades prepara el alma para la vida interior; así, el abandono de sí mismo lleva a la unión Conmigo.

Es necesario, pues, darme todo tu corazón, sin reservarte nada, si quieres gozar de esa bienaventuranza, que no la hay mayor en esta vida, y sólo por la cual puedes ser verdaderamente feliz.


2. El amor de Mi Corazón

Tu corazón, Hija, es Mío. Porque, cuando no tenía ser, lo creé; cuando se perdió, la busqué y la rescaté; cuando fue presa fácil de los enemigos que se la iban a llevar, la protegí y preservé. Así, al darme tu corazón, sólo me das lo que es mío.

Pero, ¡por cuántos motivos merezco todo su afecto! ¿Qué bien tienes en tu cuerpo o en tu alma, sea en el orden natural o sobrenatural, que no hayas recibido de Mi Corazón?

¿Cuántos años hace que hubieras estado ardiendo en el infierno, si te hubiera tratado según tus merecimientos; ¡O no te hubiera preservado de los pecados que merecen el infierno y sus justos castigos!

Pero fue mi amor, Hija, que te trató de una manera tan dulce y maravillosa; el amor de Mi Corazón, con que os amé desde la eternidad, y con que, aun hasta ahora, nunca he dejado de favoreceros.

Toda tu vida ha sido una sucesión de bendiciones, por mi parte, ininterrumpidas y múltiples: no ha habido punto de tiempo, que no haya sido marcado con algún favor nuevo.


3. Añoro tu corazón

¿Y qué te pido, Hija de mi amor, a cambio de todos estos mil favores? Seguramente, todo lo que te pida y lo que puedas darme será muy inferior a la grandeza y el número de mis dones. Sin embargo, sólo una cosa exijo, todo tu corazón; es suficiente, si me das eso.

Exceptuando tu corazón, no me importa nada lo que puedas dar; porque, más allá de todo, anhelo tu corazón.


4. Dame tu corazón

¿A quién puedes conceder tu corazón con mayor ventaja? No puedes vivir sin amar y sin dar los afectos de tu corazón a algún objeto.

¿Le darías tu corazón al demonio, tu enemigo jurado e implacable? ¿O al mundo, aliado corrompido y corruptor del demonio? ¡Ay, Mi Niña, mil veces ay de ti, si se lo das a cualquiera de estos!

¿Estás deseoso de reservar los afectos de tu corazón para ti? Pero, Mi Niña, si te amas a ti mismo solamente, encontrarás recompensa en ti mismo solamente. Ahora bien, ¿cuál es la recompensa del amor propio? He aquí, el amor propio excava un infierno y conduce al mismo.

Dame, pues, tu corazón, Hija: Yo lo llenaré de paz, de alegría y de bienaventuranza.


5. Deseo poseer todo tu corazón

No desees reservar para ti nada de tus afectos: porque si haces esto, no serás admitida en los secretos de Mi Corazón, ni jamás podrás gustar la dulzura de Mi amor: es más, no podrás sé capaz de guardarte del peligro de ser pervertido.

Sin embargo, no es raro que muchos, incluso aquellos que desean ser considerados buenos y piadosos, mantengan, por amor propio, bajo un pretexto engañoso, un afecto por uno u otro objeto creado. ¿Qué hay más frecuente? ¿Qué puede ser más peligroso? ¿Qué más nefasto?

Quiero poseer todo tu corazón, Hija: Yo soy su Señor; Yo, Dios celoso, soy su único fin, su única bienaventuranza.


6. Ámame solo a mí

Ama, pues, Mi Niña: te es dado amar; amar es necesario: para esto fue hecho tu corazón: pero ama lo que merece ser amado; Quiéreme; y, si amas algo más, ámalo sólo por amor a Mí.

Cuando junto a Mí no ames nada, excepto por amor a Mí, cuando no des entrada en tu corazón a nada más que a Mí, o por amor a Mí, entonces, al fin, poseerás un corazón completamente puro.

Por tanto, Hija Mía, dame todo tu corazón, como un holocausto, en olor de dulzura; ni lo devuelvas, ni siquiera la menor parte de lo mismo: porque aborrezco el robo en holocausto.

Ten siempre presente que, ya sea en la prosperidad o en la adversidad, no puede haber un lugar mejor para tu corazón que conmigo.


7. La Voz del Discípulo

Se sigue, pues, Señor, que también debo desligar mi corazón de todo amor propio, de todo afecto desordenado hacia mí mismo; para que pueda estar completamente lleno de Tu amor, y pueda vivir solo de Tu Espíritu.

¡Pobre de mí! Dios mío, aquí está el trabajo, aquí está la dificultad: existen en mi corazón tantas cosas mal ordenadas, y estas las he seguido tanto tiempo, que vivir de acuerdo con ellas se ha convertido para mí, por así decirlo, en un segundo naturaleza.

Hasta ahora, la disposición natural de mi corazón, ya sea inclinación o aversión, ha sido casi la única regla de mi vida: esto lo he seguido, en mi trato con los demás, en la empresa y la ejecución de mis acciones; sí, en la realización misma de mis prácticas de religión y piedad.

Hasta ahora, con pena debo admitirlo, lo que complacía a mi inclinación natural, solía perseguirlo: lo que me desagradaba, lo aborrecía.

Por lo tanto, encuentro mis trabajos, en su mayor parte, vacíos: veo que casi todas mis acciones fueron las del amor propio; y que me han dado, a cambio, los frutos sólo del amor propio.

Y, a menos que Tú, a la luz de Tu gracia, me hubieras mostrado estas cosas, podría haber continuado con ellas, sin siquiera sospecharlas. Tanto estaba cegado por el amor propio.

Pero, ya que, por Tu bondadosa bondad, Tú has abierto ante mis ojos estos funestos males que acechan en mi corazón, concédeme, te suplico, una ayuda especial para eliminarlos por completo.

Te ruego, Señor, que no sufras nada que no sea tuyo en mi corazón: si alguna vez aparece algo extraño en él, oblígame inmediatamente a echarlo fuera; o Tú, incluso en contra de mi voluntad, llévatelo de allí.


“Voz de Jesús” está tomado de la “Imitación del Sagrado Corazón” de Arnoudt, traducida del latín de JM Fastre; Benziger Bros. Copyright 1866

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros de análisis para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios, así como para el análisis de su navegación. Si continua navegando, se acepta el uso y si no lo desea puede configurar el navegador. Leer más.