Dulce estrella del mar

Nuestra Señora Estrella del Mar

¿Sabías que la Santísima Virgen María, se embarcó en un viaje por mar en su vida?

Aunque esta información no nos llega a través de las Escrituras, nos llega a través de una revelación privada fidedigna, que la Iglesia aprobó y deja a nuestra discreción creer.

Así es la vasta obra titulada Ciudad de Dios, escrita por la venerable María de Ágreda, monja concepcionista y mística del siglo XVII a quien la Virgen María dictó su vida.

Uno de los detalles fascinantes de este relato es la historia de cómo San Juan, a quien Nuestro Señor encomendó a Su madre, deseando proteger a Nuestra Señora de la persecución que se desarrollaba en Jerusalén, la trasladó a la ciudad de Éfeso en Turquía. Hasta el día de hoy hay una casa en Éfeso que se afirma que fue su morada.

Así fue que el discípulo amado y María Santísima llegaron a la orilla, y abordando un navío, se hizo a alta mar.

Por primera vez, Nuestra Señora Santísima estaba en el mar. Se maravilló del poder y la belleza del océano, discerniendo la grandeza, el poder y el encanto de su Hijo escrito en sus movimientos resplandecientes. Ella alabó a Dios por esta Su poderosa obra, al mismo tiempo que ordenó a todos los habitantes de las profundidades que alabaran a su Creador. Inmediatamente, todas las criaturas del océano, desde la más grande hasta la más pequeña, comenzaron a asomar sus cabezas por encima de las olas rompientes, reuniéndose alrededor del barco y balanceándose arriba y abajo en alegre reconocimiento de la presencia de su Reina en medio de ellos.

Nuestra Señora Estrella del Mar

En un momento hubo tantos cardúmenes de peces y animales marinos amontonados alrededor de la proa, que se obstaculizó el avance del barco. Ante esto, la gentil reina, a sugerencia de San Juan, los bendijo amablemente y los despidió. Todos obedecieron prontamente, con una última y espumosa muestra de alegría, ante el asombro de todos a bordo que ignoraban el origen de esta maravilla.

En este viaje, Nuestra Señora también sintió cuán terrible amenaza puede ser el mar cuando se agita, para aquellos que lo navegan. En su preocupación maternal, pidió a su Hijo que le concediera el privilegio particular de ser un refugio seguro para todos los que la invocan en el mar en momentos de peligro. En esta oración, Nuestro Señor le concedió el impresionante título de "Estrella del Mar" y la seguridad a todos aquellos que la invoquen en el océano, de no perecer nunca por su furioso poder.

Un apéndice del siglo XXI es que al relatar esta historia a un tío que era Comandante de Marina y devoto de María, se le iluminó el rostro al escuchar esta concesión divina y exclamó: “Sé por experiencia que lo que me dices es verdad. !”

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