
El Espíritu Santo y la Crisis en la Iglesia

¿La Asistencia del Espíritu Santo siempre previene las crisis en la Iglesia?
- ¿La Asistencia del Espíritu Santo siempre previene las crisis en la Iglesia?
- Dios permite las crisis en la iglesia
- ¿Fue Voluntad del Espíritu Santo que Alejandro VI fuera elegido?
- Siempre debemos distinguir entre la voluntad divina y el permiso divino
- Confía en María Santísima, Quien Aplastó Todas las Herejías
Debido a la falta de comprensión adecuada, muchos católicos están confundidos e inseguros en cuanto a la verdad incuestionable de que el Espíritu Santo asiste a la Iglesia.
Temerosos de ir en contra de esta verdad, a menudo intentan negar la realidad de los hechos o el significado obvio de declaraciones que aparentemente contradicen esta asistencia divina.
Así, los católicos están atrapados en un dilema sin salida: negar los hechos o negar la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia.
Este es un falso dilema, que surge de una concepción simplista de la obra del Espíritu Santo en la Iglesia. Se confunde la “asistencia” del Espíritu Santo –efecto de la especial providencia de Dios para con su Iglesia– con el gobierno directo, que reemplaza a los hombres, o elimina su libre albedrío.1
Sin embargo, esa no es la forma en que funciona. Aunque Jesucristo prometió la ayuda del Consolador, quiso que los hombres gobernaran la Iglesia; hombres que, aunque tengan derecho a la ayuda especial del Espíritu Santo, no sean impecables ni estén exentos de las tentaciones del diablo, del mundo y de la carne.
Así, aunque el Paráclito asiste a los miembros de la jerarquía con gracias especiales, esa ayuda no anula su libre albedrío ni la tendencia al mal heredada del Pecado Original.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que esta acción especial de la Divina Providencia favorece el bien pero también permite muchas veces que el mal se produzca en el elemento humano de la Iglesia como prueba o castigo por nuestros pecados.2
Por tanto, no se puede utilizar el argumento de la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia para justificar la desviación, la imprudencia o el escándalo, como si la voluntad divina favoreciera activamente el mal y no sólo lo permitiera.
Dios permite las crisis en la iglesia
Obviamente, Dios no quiere que hechos claros o suficientemente documentados sean tergiversados por los historiadores en un intento de “salvar” la santidad de la Iglesia.
Tal actitud iría en contra de la verdad y por tanto de la santidad de la Iglesia, y el Papa León XIII (1878-1903) se sirvió de las palabras inspiradas del libro de Job (13,7) para condenar tal actitud: “Dios no tiene necesidad de nuestras mentiras.”
El Pontífice enfatizó: “Para enfatizar el origen divino de la Iglesia, es mejor que el historiador de la Iglesia no busque encubrir las pruebas que sus hijos y, a veces, incluso sus ministros han traído a la Esposa de Cristo a través de los siglos. Así estudiada, la historia de la Iglesia constituye una demostración magnífica y concluyente de la verdad y de la divinidad del cristianismo”.3
Al abrir los Archivos Secretos del Vaticano a los historiadores, el mismo Papa insistió: “No digas nada falso, no retengas nada verdadero”.4
Nadie con un conocimiento suficiente de la historia de la Iglesia puede negar las crisis por las que ha pasado y las debilidades y actitudes escandalosas de muchos Papas.
Así, en su Encíclica Mystici Corporis Christi, el Papa Pío XII (1939-1958) explica que debido a nuestra inclinación al mal, “a veces aparece en la Iglesia algo que indica la debilidad de nuestra naturaleza humana”. “Esa lamentable inclinación al mal”, dice, se manifiesta “incluso a veces en los miembros más exaltados de su Cuerpo Místico”. Sin embargo, añade que Dios permite que esto suceda “para probar la virtud de los pastores no menos que la del rebaño, y para que aumente el mérito de su fe cristiana”.5
Esta es la razón por la cual historiadores católicos como Ludwig von Pastor, cuya monumental Historia de los Papas fue elogiada por el Papa León XIII, no dudaron en presentar los excesos y escándalos de los Papas de manera clara y bien documentada.
¿Fue Voluntad del Espíritu Santo que Alejandro VI fuera elegido?
Nadie puede suponer, por ejemplo, que el Espíritu Santo, que asiste a los cónclaves, quiso o favoreció la elección del cardenal Rodrigo de Borgia, conocido por haber engendrado cuatro hijos de su concubina Vannoza dei Cattanei y otros de distintas mujeres.6 Obviamente, su elección como Papa Alejandro VI fue simplemente permitida para castigar a una humanidad embriagada con el neopaganismo del Renacimiento.
Tampoco se puede atribuir a la voluntad divina la elevación al papado de Benedicto IX (1032-1044), de quien el historiador p. Joseph Brusher SJ comenta: “Un joven probablemente de unos veinte años, [he] era clérigo. Esa fue su única calificación para el papado. Incompetente por su juventud, su educación y su depravación, Benedicto IX se convirtió en uno de los pocos papas verdaderamente de mala reputación”.7La Enciclopedia Católica es más directa: “Fue una desgracia para la Cátedra de Pedro”.8
Siempre debemos distinguir entre la voluntad divina y el permiso divino
Una vez clara la distinción entre la manifestación de la voluntad de Dios y su mero permiso, se hace evidente que la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia no evita las infidelidades y las crisis.
Por otro lado, como vimos más arriba en los textos de los papas León XIII y Pío XII, lejos de contradecir la santidad de la Iglesia, tales infidelidades y crisis demuestran enfáticamente cómo sólo una institución de origen divino puede perdurar eternamente a pesar de la debilidad humana y la tendencia al mal heredado con el Pecado Original.
Pero incluso durante las peores crisis de la Iglesia, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, Ella nunca dejó de presentar la verdad o de santificar a través de los sacramentos. Esto lo ha hecho siempre la Iglesia aunque, a veces, los católicos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para permanecer fieles, como por ejemplo, durante la crisis arriana.
Confía en María Santísima, Quien Aplastó Todas las Herejías
La crisis actual ─prolongación de la provocada por la herejía modernista que denunció san Pío X─ está llegando a tal clímax que muchos se sienten desalentados.
En los más altos niveles de dirección de la Iglesia se está discutiendo la posibilidad de dar la Sagrada Comunión objetivamente a personas en estado de pecado mortal; y algunos incluso ven, en las relaciones homosexuales, “dones” útiles al cristianismo.
Se requiere una mejor comprensión de la asistencia del Espíritu Santo. Esta ayuda no sólo es positiva en el sentido de impulsar el celo por la doctrina y la salvación de las almas –que la Iglesia siempre promueve de una forma u otra–, sino también en permitir que el mal ocurra para probarnos y castigar los pecados de humanidad.9
Así como los fieles, siguiendo el ejemplo de obispos como san Atanasio y san Hilario de Poitiers, resistieron la tremenda crisis del arrianismo, también nosotros, seguros de la ayuda de la Divina Providencia, debemos resistir “fuertes en la fe” (1 Pedro 5,9). .
Más que nunca, en este período de oscuridad y confusión, debemos recurrir siempre a la intercesión de María, quien “sola ha aplastado todas las herejías”.10
Referencias:
- 1 Cf. E. Magenot, “Assistance du Saint-Esprit”, Dictionnaire de Théologie Catholique (Letouzey et Ané, París, 1931), v. I, deuxième partie, cols. 2123-21-27.
- 2 Cf. R. Garrigou-Lagrange, “Providence, Théologie, L'Infalibilité”, Dictionnaire de Théologie Catholique, v. XIII, première partie, col. 1015.
- 3 Papa León XIII, Encíclica Depuis Le Jour, Sobre la educación del clero, 8 de septiembre de 1899, nn. 25-26. Disponible en
- 4 Breve Saepe numero, 28 de agosto de 1883.
- 5 Papa Pío XII, Encíclica Mystici Corporis Christi, Sobre el Cuerpo Místico de Cristo, 29 de junio de 1943, n. 66. Disponible en
- 6 Cf. Ludwig Pastor, The History of the Popes, (Herder, St. Louis, Mo., 1923) v. 5. pp. 363-364.
- 7 Popes Through the Ages, (D. Van Nostrand Co., Toronto-Nueva York, 1959) p. 292.
- 8 H. Mann, sv. Papa Benedicto IX, The Catholic Encyclopedia, (Nueva York: Robert Appleton Co., 1907). Disponible en
- 9 Cuando se dice que Dios permite el mal, se debe entender claramente que nunca se trata de un permiso positivo, como el de un padre que permite a su hijo frecuentar un lugar de perdición. Es sólo un permiso negativo, el de no emplear medios extraordinarios para evitar que ocurra el mal.
- 10 “Alégrate, oh Virgen María, porque sola Tú has puesto fin a todas las herejías” (Oficio de la Santísima Virgen María).
Deja una respuesta