El Tirador Loco Y Solitario

¿Se le puede detener?

El más reciente de una epidemia de tiroteos masivos sirve para poner de relieve lo violentos y solitarios que son los tiempos en los que vivimos. Tiradores jóvenes y desesperados están rompiendo los precarios ritmos de nuestra vida cotidiana con la tragedia. Sabemos poco sobre sus vidas personales. Sin embargo, una cosa que todos tienen en común es la soledad.

El solitario como revolucionario ideal

En tiempos pasados, los subversivos buscaban fuerza en la organización y el número. Conspirarían con otros para llevar a cabo sus actos nefastos. Los servicios de inteligencia podrían rastrear vínculos y patrones para descubrir grandes conspiraciones.

El solitario encuentra su fuerza en la soledad. No necesita ni busca a los demás. No hay organización ni sede. Se desliza silenciosamente por debajo del radar hasta que desata su ira silenciosa e irracional. Al igual que con los terroristas suicidas, el solitario está dispuesto a morir en su primer y último acto. La sociedad tiene poca defensa contra sus movimientos impredecibles. Las fuerzas del orden no pueden tomar medidas preventivas frente a un pasado de falta de compromiso.

Ni siquiera hay un conjunto de creencias establecidas para los solitarios. Lo que se etiqueta erróneamente como "ideología de la supremacía blanca" suele ser una mezcolanza hecha a sí misma de ideas contradictorias (y a menudo liberales) con poca rima o razón. A los analistas les gusta referirse a un proceso como "autoradicalización en línea". La “ideología” de los tiradores es más probable que sean las divagaciones revueltas de individuos quebrantados que se rebelan contra la vida y la sociedad.

Solitarios de producción en masa

Lo que hace que este escenario sea más aterrador es que el grupo demográfico solitario está creciendo. Los jóvenes, que normalmente se vuelven cada vez más sociales a medida que maduran, se repliegan sobre sí mismos. La sociedad está produciendo solitarios en masa.

Una encuesta reciente de YouGov de 1,254 adultos mayores de 18 años encontró que el 30 por ciento de todos los millennials (23-38 años) se sienten solos. Fue el porcentaje más alto de las generaciones encuestadas.

Los hallazgos son alarmantes por la devastación que revelan. Alrededor del 22 por ciento de los millennials encuestados afirmaron que no tenían amigos. El veintisiete por ciento no tenía "amigos cercanos". Aquellos sin “mejores amigos” registraron el 30 por ciento. En comparación, las cifras de aquellos que dijeron que no tenían amigos entre la Generación X y los baby boomers fueron del 16 % y el 9 %, respectivamente.

El panorama empeora cuando se considera a la Generación Z nacida después de 1996. Si bien la encuesta de YouGov no incluyó a esta generación, otras encuestas informan niveles altos o incluso más altos de soledad entre sus miembros. Finalmente, dado que la soledad tiende a aumentar con la edad, los investigadores esperan que la vasta generación de la posguerra descienda a una mayor soledad a medida que envejece.

Desglose social

Así, nos hemos convertido en una nación de solitarios. Obviamente, no todos los solitarios se convertirán en tiradores en masa. Sin embargo, las personas solitarias carecen del apoyo que necesitan para hacer frente a la frenética intemperancia de la vida moderna.

La gente se siente sola porque las unidades sociales que facilitan la interacción se están desmoronando. Las familias se están desintegrando. Las comunidades se están desmoronando. La gente se está retrayendo en sí misma, y ​​eso significa un desastre. La tragedia de los tiradores solitarios es su aislamiento. Carecen de los lazos familiares de afecto intenso. Pocas personas harán un esfuerzo por conectarse con los solitarios.

Si queremos prevenir la violencia, debemos abordar la causa del problema para ser efectivos. No es algo que un programa de gobierno vaya a resolver.

Todos saben que necesitan ayuda, especialmente después del hecho. En general, todos informan sobre la extrañeza del comportamiento de los tiradores. Algunos no se sorprenden con las noticias de sus malos actos. En el ajetreo de su vida diaria, la mayoría de las personas no tienen tiempo para comunicarse o actuar, incluso cuando la evidencia apunta a problemas graves. El solitario está fuera de la vista y fuera de la mente.

Leyes de bandera roja

Por lo tanto, la gente propone leyes de bandera roja que permitirían a la policía intervenir en los casos en que tales personas parezcan peligrosas. Sin embargo, estas medidas tienen una eficacia limitada.

¿De qué sirven las leyes de bandera roja cuando no hay nadie para ondear la bandera?

¿De qué sirven las verificaciones de antecedentes en la vida de los solitarios sin antecedentes?

¿Cuán efectivos podemos ser para frenar los casos actuales cuando la nación está produciendo solitarios en masa a gran escala?

Todas estas son preguntas que deben plantearse si se quiere detener la violencia.

Sin embargo, esto está más allá del alcance de la aplicación de la ley para resolver. La policía no puede poner a todos los solitarios bajo vigilancia por delitos que aún no han cometido. Ninguna fuerza policial tiene los recursos para vigilar a todos los que posiblemente sean peligrosos.

Recurso superior

Por eso, cualquier esfuerzo por detener esta violencia debe dirigirse a una sociedad sin brújula moral. Debemos hacer todo lo posible para llegar a los solitarios que nos rodean con un mensaje moral. Al fomentar fuertes lazos familiares y comunitarios, ayudamos a prevenir la aparición de más personas solitarias.

Sin embargo, en ausencia de lazos familiares y comunitarios, las opciones son limitadas. No debemos hacernos ilusiones. La única solución real para el solitario violento debe ser un poder superior. Nosotros, como nación, debemos recurrir a Dios ante una crisis moral que afecta a todos.

Así, podemos enseñar a nuestra nación de solitarios a orar para que se conviertan. Hay innumerables ejemplos de tales solitarios que han dejado el camino oscuro a través del poder de la oración. Sin embargo, debemos, sobre todo, orar por todos los que sufren una soledad violenta, pidiendo la ayuda de Dios. Solo Él puede romper el círculo vicioso de la soledad violenta. Solo Él siempre puede estar ahí cuando se le necesita. Él puede resolver problemas que para nosotros son imposibles.

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