La Mediadora Universal

Fiesta 31 de mayo

En este día, la Santa Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora, Mediadora Universal de todas las Gracias.

En esta época de aflicciones y peligros, cuando toda la humanidad gime bajo el peso de desgracias que aumentan a cada momento, nuestras necesidades crecen y nuestras oraciones se hacen más apremiantes. Con esto, también es cada vez más importante que sepamos orar bien. Pocas verdades de Fe contribuyen tan poderosamente a elevar el valor de nuestras oraciones como la Mediación Universal de María cuando se estudia seriamente y se hace penetrar profundamente en nuestra vida de piedad.

¿En qué consiste esta verdad?

La teología enseña que todas las gracias que nos vienen de Dios pasan por las manos de María. Así que nada obtenemos de Dios si María no se une a nuestra oración, ya su intercesión debemos todas las gracias que recibimos. Así, la Madre de Dios es el canal de todas las oraciones que llegan a su Divino Hijo y el camino de todas las gracias que Él concede a la humanidad.

Evidentemente, esta verdad supone que en todas nuestras oraciones pidamos explícitamente a la Virgen que nos ayude. Esta práctica sería muy loable. Aunque no invoquemos de manera declarada la intercesión de Nuestra Señora, podemos estar seguros de que seremos escuchados porque ella ora con nosotros y por nosotros.

De aquí se sigue una conclusión muy consoladora. Si tuviéramos que confiar únicamente en nuestros méritos, ¿cómo podríamos confiar en la eficacia de nuestra oración?

Se dice que Nuestro Señor se apareció una vez a Santa Teresa de Ávila con maravillosas uvas en sus manos. La santa preguntó al Divino Maestro qué significaban las uvas, y Él respondió que eran una imagen de su alma. El santo miró entonces atentamente las uvas. Mientras los examinaba, su primera impresión, que era grandiosa, se desvaneció, dando paso a una impresión cada vez más angustiosa. Las uvas, ahora llenas de imperfecciones y defectos, le parecieron repugnantes al gran santo. Entonces comprendió el elevado significado de la visión:

Incluso las almas más perfectas revelan manchas cuando se examinan atentamente. ¿Y qué manchas pueden pasar desapercibidas bajo la mirada penetrante de Dios?

Así exclamó el salmista con razón:

"Si tú, oh Señor, te fijas en las iniquidades. Señor, ¿quién lo soportará?"

Si no hay quien no presente mancha a los ojos de Dios, ¿quién puede esperar con plena seguridad ser escuchado en sus oraciones?

Confianza en la Oración

Por otro lado. Dios quiere que nuestras oraciones sean de confianza. Él no quiere que nos presentemos ante su trono como esclavos que se acercan temerosos a un señor terrible, sino como hijos que se reúnen en torno a un padre infinitamente generoso y bueno. De hecho, esta confianza es una de las condiciones para la eficacia de nuestras oraciones. Pero, ¿cómo podemos tener confianza si, examinándonos a nosotros mismos, sentimos que nos faltan razones para confiar? Si no tenemos confianza, ¿cómo podemos esperar ser escuchados?

De la tristeza de esta reflexión sacamos triunfalmente la doctrina de la Mediación Universal de María. De hecho, nuestros méritos son mínimos y nuestras faltas son grandes, pero todo lo que no podemos lograr por nosotros mismos, tenemos todo el derecho de esperar que las oraciones de Nuestra Señora lo alcancen.

Nunca debemos dudar de que ella se une a nuestras oraciones cuando son adecuadas para la mayor gloria de Dios y nuestra santificación. De hecho, Nuestra Señora tiene un amor por cada uno de nosotros que es solo imperfectamente comparable al amor que nuestras madres terrenales tienen por nosotros. San Luis de Montfort dice que Nuestra Señora tiene por el más desdichado y miserable de los hombres un amor superior al que resultaría de la suma del amor de todas las madres del mundo por un hijo. Nuestra auténtica madre en el orden de la gracia nos engendró a cada uno de nosotros para la vida eterna, ya ella se aplica fielmente el pasaje que el Espíritu Santo inscribió en la Escritura: Aunque vuestro padre y vuestra madre os abandonen, yo no os olvidaré. Es más fácil ser abandonado por nuestros padres según la naturaleza que por nuestra madre según la gracia.

Valor invaluable a los ojos de Dios

Por miserables que seamos, entonces, podemos presentar confiadamente nuestras peticiones a Dios. Siempre que sean sostenidos por Nuestra Señora, tendrán un valor inestimable a los ojos de Dios, un valor que ciertamente nos obtendrá el favor solicitado.

Es apropiado que meditemos sin cesar en esta gran verdad. Como católicos que somos, debemos afrontar en esta vida las luchas comunes a todos los mortales y, además, las que proceden de la realidad de nuestro ser al servicio de Dios. Aunque el horizonte parece dispuesto a derramar sobre nosotros un nuevo diluvio; aunque los caminos se cierren ante nosotros, los precipicios se abran y la misma tierra se mueva bajo nuestros pies, no debemos desanimarnos.

Nuestra Señora vencerá todos los obstáculos que excedan nuestras fuerzas. Mientras esta confianza no abandone nuestros corazones, la victoria será nuestra y la astucia de nuestros adversarios no valdrá nada. Caminaremos sobre áspides y basiliscos y aplastaremos leones y dragones bajo nuestros pies.

Si quieres conocer otros artículos parecidos a La Mediadora Universal puedes visitar la categoría Blog.