Nuestra Señora de Las Lajas: Un Milagro Continuo

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📑 Contenido de la página 👇
  1. madre de america latina
  2. La historia de una predilección
  3. Un milagro espectacular
  4. Aspectos Históricos y Científicos de la Imagen
  5. A los ojos de la reina

La predilección misericordiosa de la Madre de Dios por América Latina es el premio que ha dado a la fe heroica formada desde la Península Ibérica durante los 800 años de lucha contra los moros invasores y hallada en el alma de los pueblos latinoamericanos en los que la Divina Providencia quiso para depositarlo.

Desde México hasta Tierra del Fuego, ninguna nación ha dejado de recibir favores especiales de Nuestra Señora. Sin embargo, sus intervenciones no ocurrieron de cualquier manera. Se presentó con inaudita magnificencia y esplendor, dejando claro que venía a presidir América Latina desde lo alto.


La historia de una predilección

Nuestra Señora de Las Lajas

Como ejemplo de esta magnificencia, considere cómo la Santísima Virgen ha estampado su imagen en los imponentes acantilados del Cañón de Guaitara, Colombia, convirtiéndose así en Reina de las almas de esa región y de todas las tierras circundantes.

En el año 1754, María Mueses de Quiñones, una mujer india de Colombia, se dirigía desde su ciudad natal de Potosí al pueblo de Ipiales cuando fue sorprendida por una gran tormenta. En un lugar llamado Las Lajas (las losas de roca), buscó refugio en una gruta. Sin embargo, estaba ansiosa ya que había una leyenda popular que decía que el diablo vivía en la gruta. Con temor, entró en la oscuridad de la gruta, invocando a la Virgen del Rosario. De repente, sintió que alguien le golpeaba la espalda, como si la llamara. Asustada, huyó de regreso a la tormenta.

A los pocos días, volviendo por el mismo camino, llegó de nuevo a los acantilados de Las Lajas, cargando a la espalda a su pequeña hija Rosa, sordomuda de nacimiento. Estando cansada y con ganas de descansar, María Mueses de Quiñones se sentó a descansar tímidamente en una piedra cerca de la gruta.

Entonces ocurrió el primer milagro. Su hijo sordomudo habló de repente: “¡Mami, mira la mestiza que se ha desprendido de la roca con un niño en brazos y dos mestizos a su lado!”. Con esta exclamación, Rosa se deslizó del lomo de su madre para trepar por las piedras de la gruta. Aterrorizada, María tomó a su hija y huyó del misterioso lugar.

Nuestra Señora de Las Lajas impresa en la roca de la Gruta Gruta de Nuestra Señora de Las Lajas

Hubo desconcierto general entre los amigos y conocidos de María en Potosí cuando ella les contó lo sucedido.

Sedientos de lo sobrenatural, los indios la escucharon, le hicieron muchas preguntas y comentaron entre ellos el singular suceso, pero no hicieron nada más.

Mientras tanto, Rosa desapareció, causando gran preocupación a su madre. María buscó sin éxito, hasta que recordó el episodio de la gruta y volvió allí a buscar a Rosa. Encontró a su hija arrodillada ante una mujer espléndida y jugando cariñosamente con un niño que había bajado de los brazos de su madre. María, sabiendo que contemplaba a la Santísima Virgen María ya su Hijo Jesús, cayó de rodillas ante este hermoso espectáculo y ya no tuvo miedo.


Un milagro espectacular

Poco tiempo después, Nuestra Señora realizó un milagro espectacular que hizo correr la noticia de la maravillosa presencia por tierras cercanas a las rocosas riberas del río Guaitara.

Iglesia de Nuestra Señora de Las Lajas Iglesia de Nuestra Señora de Las Lajas

Inesperadamente, Rosa enfermó y murió. Su madre afligida llevó su cuerpo en brazos a la gruta para pedir ayuda a la Virgen. Recordando la solicitud de la Virgen de la Rosa en llevarle velas y flores, rogó a Nuestra Señora que la devolviera a la vida. En respuesta a sus oraciones, la Reina del Cielo y de la Tierra realizó el milagro de la resurrección del niño. María les contó a sus empleadores en Ipiales sobre el extraordinario evento.

Conmovidos por la noticia, acudieron con sacerdotes, personalidades ilustres y mucha gente del lugar al lugar de la aparición. Fue entonces cuando todos vieron estampada en la pared de roca una magnífica imagen de la Santísima Virgen María, sosteniendo a su Hijo Infante, con los santos Domingo y Francisco arrodillados a sus pies. La Virgen extendió un Rosario a Santo Domingo y el Niño un cordón franciscano a San Francisco.

Hoy, una enorme cantidad de recuerdos y muestras de acción de gracias dan fe de la devoción y gratitud del pueblo colombiano desde el momento de la aparición.


Aspectos Históricos y Científicos de la Imagen

Un aspecto interesante de la imagen es la presencia de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, los fundadores de las dos órdenes que primero evangelizaron a Colombia y a quienes los colombianos siempre han tenido una especial devoción.

La imagen de Nuestra Señora de Las Lajas, como la de Nuestra Señora de Guadalupe, ha atravesado los siglos sin perder su esplendor. En el caso de Las Lajas, el Divino Pintor utilizó un método a prueba de decoloración. Después de que los geólogos alemanes extrajeran muestras de núcleo de varios puntos de la imagen, determinaron que no había pintura, tinte ni ningún otro pigmento en la superficie de la roca; ¡los colores son los colores de la roca misma, y ​​penetran en la roca uniformemente por varios pies!

En 1952, Pío XII concedió la coronación canónica de Nuestra Señora de Las Lajas, y en 1954, la iglesia gótica levantada para albergar la imagen fue dedicada como basílica menor, con la presencia de todo el Episcopado colombiano.


A los ojos de la reina

La Verdadera y Auténtica América Latina

En el transcurso de los dos mil años en que la Iglesia se ha extendido por el mundo, los artistas han modelado con frecuencia el aspecto físico de Nuestra Señora según el tipo de mujer de su tiempo y región. Esto ha sucedido en pinturas, esculturas, vidrieras y otros medios. Las estatuas más antiguas de ella atestiguan este hecho. En los tiempos remotos de la Iglesia, las estatuas de María Santísima la representaban con un físico de aspecto mediterráneo. A medida que la Fe se difundió entre los nórdicos, aparecieron representaciones de Nuestra Señora rubias y de ojos azules.

Ariel vista del Santuario y la Gruta Ariel vista del Santuario y la Gruta

El modelado de imágenes según el aspecto físico femenino regional es agradable a Nuestra Señora. Esto lo prueba el hecho de que imprime su imagen en algún objeto para perpetuar el recuerdo de una aparición o cuando se le aparece a un vidente que luego la describe a un artista que interpretará la descripción del vidente en una pintura o escultura. En México, por ejemplo, Nuestra Señora de Guadalupe estampó su imagen con fisonomías mexicanas en el sarape de Juan Diego, donde se la puede ver de pie sobre la luna y oscureciendo el sol que está detrás de ella. Los aztecas adoraban al sol ya la luna como dioses, y la visión de esta poderosa dama venciendo a sus dioses fue el catalizador de la conversión de los indios mexicanos. En Colombia, Dios realizó el prodigio de imprimir a Nuestra Señora de Las Lajas en una roca. A la vista de estos dos brevísimos ejemplos, ¿quién puede negar la atmósfera profundamente religiosa característica de las imágenes pintadas por los Ángeles?

Por muy limitado que sea el sentido de la observación, uno no puede dejar de exclamar al verla: “¡Mira qué latinoamericana es!”. Algo muy esencial, reflejo de las cualidades y virtudes del pueblo latinoamericano, se expresa en Nuestra Señora de Las Lajas.

Pero, ¿qué nos dice su aspecto físico? Encontramos una gran personalidad, la mirada profunda e inteligente de una persona meditativa y recogida. Posee una extraordinaria estabilidad y solidez, una continuidad de voluntad y temperamento. Nada la estremece ni la agita. No hay soberbia ni ostentación, sino el dominio de quien está acostumbrada a que se obedezca su voluntad. No podía tener mejor velo que su larga, abundante y hermosa cabellera. El color y la riqueza de su vestido son los de una Reina. Ella es extremadamente amable y maternal. ¡Qué bien y seguro se siente el Niño Jesús en sus brazos! ¿Qué trono podría ser más digno de Él? Está casi jugando, con la libertad de un niño.

Es curioso notar la relación entre Madre e Hijo. Con frecuencia sus imágenes los presentan mirándose, pero no en Las Lajas. Están tan acostumbrados a estar juntos que no necesitan mirarse para mantener su atención mutua. Dirige su mirada hacia los pueblos latinoamericanos, atendiendo sus súplicas, orientándolos y mandándolos. Mientras tanto, el Niño Jesús entra en la intimidad de quienes llegan a los pies de la Reina, una Reina que despliega en su mirada una bondad tan exaltada que nos mueve a confiar plenamente en ella.

¡Nuestra Señora de Las Lajas, ruega por nosotros!

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