
San Francisco Antonio Fasani

Fiesta 27 de noviembre
Este hijo de la tierra se convirtió en uno de los predicadores más ilustres de la historia de la Orden Franciscana.
Nacido Donato Antonio Giovanni Nicola Fasani el 6 de agosto de 1681 de campesinos pobres en la ciudad napolitana de Lucera, perdió a su padre a la edad de nueve años. “Giovanniello”, o “Johnnie”, como se le llamaba comúnmente, fue enviado por su padrastro a los Franciscanos Conventuales de su ciudad natal para su educación.
A los quince años entró en el noviciado franciscano de Monte Gargano tomando como patrón al fundador.
Entre las devociones más queridas del joven fraile destacaba su tierno amor por la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María -que no era un dogma de fe en ese momento-, su afecto infantil por el Niño Jesús y su ardiente devoción a la Santísima Eucaristía.
En 1703 el hermano Francisco Antonio fue enviado a Asís para continuar sus estudios y dos años más tarde fue ordenado sacerdote. En Roma recibió su doctorado en teología en el Colegio de San Buenaventura.
Nombrado primer lector de filosofía en el colegio franciscano de Lucera, fue ascendido sucesivamente a regente de estudios, guardián y, en última instancia, superior provincial, cargo que ocupó de 1721 a 1723. Posteriormente se desempeñó como maestro de novicios y luego como párroco de la Iglesia de San Francisco en su pueblo natal. Cuando se le ofreció un obispado, lo rechazó.
Verdadero pastor de almas, su celo apostólico estaba firmemente fundado en una intensa y profunda vida interior. Su vida de oración se vio fortalecida por la mortificación, severas penitencias y largas horas dedicadas a la adoración eucarística. Fue amado por los pobres, pasó mucho tiempo visitando a los enfermos y ancianos, huérfanos y encarcelados. Entre estos últimos, su celo apostólico abarcó de manera particular a los condenados a muerte, a quienes acompañó a su ejecución. Fue muy solicitado como confesor, director espiritual y predicador, para lo cual fue inspiración su amor ardiente y filial por la Santísima Virgen. Dio retiros, dirigió devociones de Cuaresma y novenas y recolectó regalos para los niños en Navidad.
Ampliamente considerado en vida como un segundo San Francisco de Asís, murió en 1742 justo cuando comenzaba la solemne novena de la fiesta de la Inmaculada Concepción. Al enterarse de su muerte, los pobres niños de Lucera corrieron por las calles gritando "¡El santo ha muerto! ¡El santo ha muerto!" En este humilde franciscano habían perdido un verdadero padre y protector.
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