
San Frumencio de Etiopía

Fiesta 27 de octubre
Alrededor del año 330, Meropius, un filósofo cristiano de Tiro, emprendió un viaje a la costa de Arabia. Con él estaban dos jóvenes alumnos, Frumentius y Aedesius.
En el viaje de regreso a casa, su barco atracó en un puerto etíope. Al pelear con algunos de los marineros, los nativos masacraron a la tripulación y los pasajeros, con la excepción de los dos muchachos que estudiaban debajo de un árbol a cierta distancia.
Cuando los encontraron, fueron llevados ante el rey quien, impresionado por su comportamiento y conocimiento, nombró a Aedesius su copero, y al mayor, Frumentius, su secretario.
En su lecho de muerte, en agradecimiento por sus servicios, este príncipe les concedió la libertad. Pero la reina, regente de su hijo pequeño, les rogó que se quedaran y la ayudaran, lo cual hicieron.
Frumentius, que tenía la dirección principal de los asuntos, convenció a varios comerciantes cristianos que comerciaban en Aksum para que se establecieran en el país, procurando para ellos todo tipo de privilegios y comodidades para el culto religioso.
Cuando el joven príncipe alcanzó la mayoría de edad y se convirtió en rey, gobernando con su hermano, los dos tirios renunciaron a sus cargos a pesar de las súplicas del joven rey de que permanecieran. Aedesius regresó a Tiro, donde fue ordenado sacerdote, y relató sus aventuras a Rufinus, quien las escribió en su Historia de la Iglesia.
Frumentius buscó a San Teodosio en Alejandría y le habló de su celo por la conversión de los etíopes, suplicándole que enviara un pastor a ese país. Con lo cual, San Atanasio consagró a Frumentius obispo de Aksum, sin juzgar a nadie más adecuado para la tarea.
La consagración de Frumentius tuvo lugar aproximadamente alrededor del año 350. Al regresar a Aksum, ganó números a la Fe a través de su predicación y milagros. Se dice que los dos hermanos reales recibieron el bautismo. Pero la conversión del reino aksumita estuvo lejos de completarse durante la vida de Frementius, aunque la población lo tenía en la más alta estima.
Murió alrededor del año 383, y fue llamado con reverencia Abuna - "Padre Nuestro" - y Aba Salama - "Padre de la Paz". Hasta el día de hoy Abuna es el título del primado de la Iglesia de Etiopía.
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