Santa Rosa de Lima

Fiesta 23 de agosto

Nacida Isabel Flores y de Oliva en Lima, la capital de Perú, su apodo, "Rosa", proviene de un incidente de la infancia en el que un sirviente de la casa atestiguó haber visto el rostro de la niña convertirse en una rosa mística.

Ella tomó formalmente el nombre como propio, al ser confirmada en 1597 por el santo Arzobispo de Lima, Turibio de Mogrovejo.

Destacada, desde niña, por su gran reverencia y amor por todo lo relacionado con Dios, desarrolló una intensa devoción al Niño Jesús ya su Santísima Madre, y se entregó a una vida de oración y mortificación. Industriosa y experta, se volvió muy hábil en las artes de la costura, el bordado y la confección de encajes, y usó su aguja para ayudar a mantener su hogar y su familia, y como un medio para ayudar a los muchos pobres que llegaron a depender de sus generosas limosnas.

Santa Rosa de Lima, la Virgen y el Santo Niño

A imitación de santa Catalina, a quien tomó como modelo de santidad, ayunaba tres veces por semana, vestía ropa tosca y se endurecía el rostro y las manos para combatir las tentaciones de la vanidad. Pasaba horas de rodillas ante el Santísimo Sacramento y, contrariamente a la práctica habitual de la época, era una comulgante diaria.

Asaltada por tremendas tentaciones contra la Fe y la virtud de la pureza, que le causaron una agonía atroz de mente y desolación de alma, multiplicó sus mortificaciones y oraciones, y con la aprobación de su confesor, hizo voto de virginidad.

En esta última resolución, Rose tuvo que combatir la oposición de sus padres, que deseaban que se casara. La batalla de voluntades continuó durante diez años hasta que, vencidos por su paciencia y oración, dieron su consentimiento a su decisión.

A la edad de veinte años, Rosa recibió el hábito de Santo Domingo como terciaria dominica. A partir de ese momento, la severidad y variedad de sus mortificaciones se redoblaron.

Con la ayuda de su hermano, se construyó una pequeña celda con ladrillos secados al sol en el jardín detrás de su casa. Aquí se retiraba por la noche para la soledad y la oración y tomaba el descanso que le permitía a su cuerpo sobre un lecho de vidrios rotos y cerámica, piedras en bruto y espinas. Se acostumbró a llevar una cadena de hierro alrededor de la cintura y una corona con púas de metal oculta alrededor de la cabeza. Días enteros sin comida serían seguidos por noches de insomnio en oración. Durante su sufrimiento, Nuestro Señor la fortaleció con el conocimiento de Su presencia y la consoló con Su amor, revelándose frecuentemente a ella y arrastrando su alma a éxtasis que duraban horas.

En estos sublimes abrazos con Dios, le ofrecía todas sus penitencias y mortificaciones en reparación de las ofensas a Su Divina Majestad, por los pecados de idolatría, por la conversión de los pecadores y por las almas del Purgatorio.

Durante su última enfermedad, su oración constante fue “Señor, aumenta mis sufrimientos y con ellos aumenta tu amor en mi corazón”. Rose murió en 1617 a la edad de treinta y un años.

Fue beatificada por Clemente IX en 1667 y canonizada en 1671 por Clemente X, convirtiéndose así en la primera santa nacida en Estados Unidos.

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