Ten Confianza, Yo He Vencido Al Mundo

"Un abismo separa al mundo (entendido aquí no en su sentido cosmológico sino moral) de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. El mundo no acepta ser guiado ni comprende la Luz que vino a iluminarlo" —Juan 1:1-9

El mundo no vive para Dios ni para la vida eterna, sino para sí mismo. Cerrada en su egoísmo naturalista, diviniza el presente, el momento que pasa.

El nuevo emperador del mundo: los medios

Por eso el mundo no pierde la oportunidad de atacar a la Iglesia tergiversando los hechos o aprovechándose de la debilidad de sus miembros, para inventar sofismas y burlas que se hacen eco de la risa sardónica de Voltaire.

El mundo no sólo no acepta dejarse guiar por la verdad de la que la Iglesia es depositaria, sino que, a través de sus emperadores (como en los tiempos antiguos) o de los medios de comunicación (los nuevos poderes fácticos), incluso quiere gobernar sobre la Esposa Mística de Cristo.

Aprovechando la renuncia del Papa

Por lo tanto, no sorprende en lo más mínimo la forma en que los medios se están aprovechando de la renuncia de Benedicto XVI al Papado para obligar a la Iglesia a aceptar su agenda secular.

Según esta agenda, su renuncia debería convertirse en un procedimiento estándar en la Iglesia, haciendo que los futuros Papas sean tan transitorios como los jefes de gobierno en las democracias actuales, que gobiernan durante algunos años y son reemplazados.

Desde la perspectiva de esta agenda secularista, los Papas deberían ser elegidos no sólo por los cardenales, sino también por los obispos, e incluso por los fieles.

Por último, pero no menos importante, quieren que el nuevo Papa cambie la enseñanza de la Iglesia, haciendo que la fornicación, el adulterio, la práctica homosexual, el divorcio y el aborto sean normales y moralmente aceptables.

Falsos teólogos, católicos mundanos

Los católicos se identificaron con el espíritu del mundo, así como “liberal" o "progresivoLos teólogos y líderes laicos que han abandonado hace mucho tiempo los dictados de la Revelación y el Magisterio, se hacen eco de esta agenda e inventan sofismas que presentan como argumentos teológicos.

No hay duda de que la renuncia de Su Santidad fue inesperada y, por lo tanto, impactante. Incluso comentaristas verdaderamente católicos han enfatizado cómo esta renuncia puede, en el momento actual, dar la impresión de crear un nuevo paradigma para el ejercicio del Papado.

Tengamos confianza

Cuando Nuestro Señor entró en Jerusalén, bienvenido y aclamado por el populacho, solo Él vio la pasión que se avecinaba y cómo este mismo pueblo clamaría por Su crucifixión y muerte. Pero Él no se inquietó.

En esta situación, lo más importante que debemos hacer los fieles católicos es no dejarnos llevar por los medios de comunicación insistiendo en uno u otro tema, con su hilado de hipótesis y contrahipótesis, o sepultándonos bajo una avalancha de hechos conocidos y desconocidos, que nos pueden dejar atónitos, inseguros y desanimados.

Pase lo que pase, y debemos estar preparados para grandes sorpresas, es esencial que nos aferremos a la promesa de nuestro Divino Salvador de que la Iglesia es inmortal y que las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella.1

En la titánica lucha entre la mentalidad naturalista del mundo y la Iglesia, podemos sufrir reveses, podemos ser tentados, pero nunca debemos permitirnos desanimarnos, pues esta lucha ya está ganada:

"Tened confianza, yo he vencido al mundo". —Juan 16:33

Confianza: no es fruto del optimismo, sino de la fe

La confianza que emana de estas palabras del Salvador no significa optimismo, superficialidad o ignorancia voluntaria de amenazas y peligros. Sobre todo, no significa renunciar a la lucha.

Significa que en medio de la confusión, la desinformación y las victorias fugaces de los católicos liberales y del mundo, al final, la Iglesia siempre triunfará.

La Iglesia permanecerá fiel a su fundamento divino

Por institución divina, la Iglesia es una monarquía cuya cabeza visible es el Papa. Representa —pero no sustituye— al verdadero monarca de quien es Vicario en la tierra: Nuestro Señor Jesucristo, cabeza invisible de su Cuerpo Místico, la Iglesia Santa, Romana, Católica y Apostólica.

"Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". —Mateo 16:18

En medio de la confusión, la desinformación, el caos o las victorias fugaces de los católicos liberales y del mundo, tenemos la promesa de Nuestro Señor, y sus palabras no pasarán.

La forma institucional de la Iglesia no puede cambiar, ni su doctrina o moral.

Por la ley natural y por la Revelación, interpretada consistentemente de la misma manera durante dos mil años por el Magisterio, el adulterio, la fornicación, las prácticas homosexuales, el divorcio y el aborto nunca serán hechos buenos ni aceptables.

Y ningún Papa tiene el poder de cambiar la pecaminosidad de tales prácticas porque, como lo reafirmó el Concilio Vaticano I, al promulgar el dogma de la Infalibilidad Papal:

“el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por su revelación revelaran nueva doctrina, sino para que con su ayuda guardaran sagradamente la revelación transmitida por medio de los apóstoles y el depósito de la fe, y pudieran exponerla fielmente.”2

Fidelidad a la Iglesia

Por tanto, tengamos confianza. Oremos y pidamos a Dios que proteja a Su Iglesia. Acudamos a la intercesión de la Santísima Virgen, Madre de la Iglesia, pidiendo que se acorten estos tiempos de prueba, y rogándole que nos ayude a permanecer fieles a la Iglesia Una, Santa, Romana, Católica y Apostólica, “la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,”3 la Esposa Mística de Cristo, “sin mancha ni arruga4

Notas:

• 1 Cf. Mate. 16:18.
• 2 Pastor Aeternus, cap. IV, Denzinger, n. 1836 [translated by Roy J. Deferrari].
• 3 Apoc. 21:2.
• 4 .”Efesios 5:27

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